Atrás Columna - 23/01/2023

Latinoamérica: Más pobre y desigual

La informalidad en el trabajo es el factor más importante en la mala distribución de la riqueza

Rodolfo Holander  / Autor  •  Barna Management School/ Expresidente de ACCCSA

Latinoamérica presenta en este nuevo milenio un escaso avance en sus índices de bienestar. Se dice que la mitad de la población es pobre.

Obviamente esta relación cambia mucho de país a país, donde Uruguay y Chile presentan porcentajes de unos 25 % mientras que Haití y Honduras y Bolivia porcentajes por encima del 70 %. La pobreza hace que un amplio sector de la población no tenga acceso a muchos productos que requieren ser empacados en cajas corrugadas y por ende son un freno para su expansión.

La pobre distribución de la riqueza y la falta de desarrollo de las economías de países latinoamericanos tiene su raíz en la actitud de las capas dirigentes ante el trabajo físico[1]. La búsqueda de la culpabilidad de los problemas en factores externos es una tendencia en Latinoamérica excelentemente descrita por Carlos Rangel en su libro “Del buen salvaje al buen revolucionario”[2] . Rangel argumenta que habiendo sido Latinoamérica un continente mucho más rico que Norteamérica en la fecha de su independencia, su falta de desarrollo es culpa de los propios habitantes y sus gobernantes y no de fuerzas externas, en particular “el imperialismo norteamericano” como lo expresan las ideologías izquierdistas de la región.

Trabajo informal

La informalidad en el trabajo es el factor más importante en la mala distribución de la riqueza. El 53 % de los puestos de trabajo en Latinoamérica son informales, es decir hay 140 millones de personas empleadas en la economía informal.[3] Esta informalidad es la culpable de que tantos trabajadores no participen en programas sociales, como son el seguro de salud, el seguro contra accidentes, los programas de pensión y las facilidades de entrenamiento para la mejora de su trabajo. Por otra parte, no pagan impuestos, por lo que el país recibe menos ingresos, que deberían aplicarse a los programas sociales en los que este trabajador no participa.


Una de las causas del trabajo informal es la presencia de numerosas barreras legales y cargas económicas que hacen que los empleadores, sobre todo de la pequeña y mediana industria, prefieran eludir emplear trabajadores formales. Igualmente hay muchos trabajadores por cuenta propia que por las mismas causas no se inscriben en los centros que existen para gozar de los beneficios del trabajo formal.

Hay un concepto que vale destacar: no se puede evaluar América Latina como un solo todo. Esto lo podemos ver claramente en la diversidad de los porcentajes de trabajo informal en los diferentes países de la región, como se ve en el cuadro anexo.

Es importante que la empresa privada entienda que los ahorros que cree tener al obviar dar empleo formal a sus trabajadores repercuten a lo largo en un menor crecimiento económico del país y por lo tanto en el mercado que sirve.

Una alianza publico privada que enfrente el trabajo informal traería beneficios para todos: Habitantes más felices, más sanos, mejor preparados y por ende más productivos. Empresas más eficientes por tener trabajadores que son permanentemente entrenados. Un país más desarrollado porque sus habitantes son más productivos, más sanos y finalmente una disminución de la criminalidad al darle a todos la oportunidad de tener un ingreso digno por realizar un trabajo beneficioso para la sociedad 

[1] Es común oír la canción “El trabajo lo hizo Dios como castigo”

[2] Rangel, Carlos, Del buen salvaje al buen revolucionario; Ed. Monte Ávila, Caracas 1982

[3] Políticas de formalización en América Latina, OIT, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2018